¡Hola! Por fin he podido acabar Squid Game y me ha obsesionado tanto que os traigo varios artículos sobre esta maravillosa serie.
Desde su estreno, Squid Game (2021) ha sido reconocido por su poderosa crítica al capitalismo y su narrativa intensa. Sin embargo, uno de los elementos más profundos de la serie es la representación del concepto coreano de Han (한), una emoción colectiva de resentimiento, sufrimiento y desesperanza profundamente arraigada en la historia de Corea del Sur. Seong Gi-hun, el protagonista, encarna este sentimiento a lo largo de las dos temporadas, convirtiéndose en un símbolo de la lucha contra la injusticia y la resignación ante un sistema que parece imposible de vencer.
El Han es un concepto cultural que ha evolucionado con la historia de Corea del Sur, moldeado por eventos como la ocupación japonesa y la Guerra de Corea. Representa la acumulación de dolor y frustración de generaciones que han experimentado la opresión y la pobreza, pero también la resistencia frente a la adversidad. En el cine surcoreano, esta emoción ha sido transformada en una estética visual y narrativa conocida como Cinematic Han, donde los personajes son retratados como víctimas de un sistema opresivo del cual no pueden escapar. En Squid Game, el Han se manifiesta a través de Gi-hun, un hombre atrapado en un ciclo de sufrimiento que refleja las condiciones de desigualdad y explotación de la sociedad coreana contemporánea.
Desde el primer episodio, Gi-hun es presentado como un hombre derrotado por la vida. Perdió su empleo durante la crisis financiera de 2008 y desde entonces ha vivido endeudado, incapaz de mantener a su hija o cuidar a su madre enferma. Su desesperación lo lleva a aceptar una invitación a los Juegos, una competencia mortal que le promete una segunda oportunidad. Sin embargo, su participación solo refuerza la idea de que el sistema está diseñado para que los más vulnerables se destruyan entre sí mientras los poderosos observan desde la distancia. A lo largo de los Juegos, Gi-hun se enfrenta a la traición, la desesperanza y la brutalidad, descubriendo que no hay justicia en un mundo donde la supervivencia se basa en la explotación de los débiles. Incluso después de ganar, su victoria resulta vacía, ya que su madre muere antes de que pueda usar el dinero para ayudarla.
El final de la primera temporada refuerza la naturaleza del Han en Gi-hun. En lugar de intentar reconstruir su vida con el dinero del premio, decide no abordar su vuelo y enfrentar el sistema que lo ha destruido. Su decisión refleja la esencia del Han: la incapacidad de olvidar el sufrimiento y la necesidad de desafiar la injusticia, incluso cuando las probabilidades están en su contra. Su viaje en la segunda temporada representa una transformación dentro del concepto del Han. Mientras que en la primera temporada su dolor era pasivo, en la segunda se convierte en un motor de resistencia. Gi-hun regresa a los Juegos no como un jugador, sino como alguien dispuesto a desmantelar el sistema desde dentro.
La evolución de su Han en la segunda temporada refleja un cambio en la representación de esta emoción en el cine surcoreano. Durante décadas, el Han ha sido retratado como un sufrimiento resignado, donde los personajes aceptaban su destino sin posibilidades reales de cambiarlo. Sin embargo, en el cine contemporáneo, este sentimiento ha evolucionado hacia una respuesta más activa y militante. En Squid Game, Gi-hun encarna esta transformación al pasar de ser una víctima a convertirse en un rebelde dentro del sistema. Sin embargo, la serie también deja claro que enfrentarse a una estructura tan poderosa es una lucha desigual, lo que refuerza la idea de que el Han no es solo una carga emocional, sino también una manifestación del sistema inquebrantable en el que los personajes están atrapados.
El Han de Gi-hun no es solo una cuestión individual, sino un reflejo de la sociedad coreana contemporánea. Su historia encapsula las realidades del desempleo, la deuda y la precarización de la vida en Corea del Sur, donde la desigualdad se ha vuelto estructural y la movilidad social es cada vez más difícil. La serie expone cómo el capitalismo crea desesperación y luego convierte esa misma desesperación en una herramienta de control. Los Juegos no solo representan la lucha de los pobres por la supervivencia, sino que también muestran cómo la élite disfruta viendo su sufrimiento, lo que refuerza la idea de que los poderosos no solo ignoran la miseria de los demás, sino que la convierten en un espectáculo.
La historia de Gi-hun sigue el patrón de muchas narrativas surcoreanas en las que los personajes intentan desafiar la injusticia, pero el sistema siempre encuentra la manera de reafirmar su control. Aunque en la segunda temporada su Han se vuelve más activo, sigue enfrentándose a la misma pregunta: ¿es posible romper el ciclo del sufrimiento o está condenado a repetirlo? Su evolución muestra que el Han no es solo una emoción de resignación, sino también un impulso hacia la acción, aunque las posibilidades de éxito sean inciertas.
En última instancia, Squid Game no solo es una serie sobre juegos mortales, sino una exploración profunda del Han en la sociedad contemporánea. Gi-hun representa la lucha de quienes intentan resistir un sistema diseñado para aplastarlos, y su historia nos recuerda que el Han no es solo un sentimiento de tristeza, sino también una narrativa de resistencia y lucha contra la injusticia. En unos meses se estrena la tercera temporada y solo nos quedará ver quién vence al final, si Gi-hun logrará desafiar el sistema con éxito o si su destino, como el de tantos otros, está sellado desde el principio en el juego de la vida, que es deshonesto desde el principio.
